¡Adiós, Guatelinda! Estuvo bien chilero
Roatán, Honduras
Hace casi dos semanas que dejamos atrás Guatemala, donde vivimos experiencias difíciles de olvidar. Por primera vez en el viaje nos quedamos en la misma ciudad, Antigua, durante un mes, disfrutando del confort de tener una casita para los dos en un lugar agradable. Hasta antes de llegar no nos habíamos dado cuenta de hasta qué punto echábamos de menos la cotidianidad de tener unas llaves que abran «nuestra» puerta, cocinar nuestras comidas, tener un supermercado favorito, o caminar sin necesitar un mapa.
Claro que también hicimos cosas que no solíamos…
Pero lo que definitivamente dejó una huella en mi es el haber formado parte durante ese tiempo de Unidos para los Animales. La rutina de levantarme cada mañana temprano sabiendo que arriba en la montaña me estaban esperando muchas lenguas babosas, barriguitas hambrientas y cacas apestosas me daban la energía y el entusiasmo que jamás me dio ningún otro trabajo. Cada día que salimos a la calle, desde que pisamos México vemos al menos un animal enfermo, herido o hambriento, casi sin distinción del país o la ciudad. Los paseos duelen. Terry, Linda y Ronaldo son la gente más maravillosa que he conocido en Guatemala y junto a mucha más gente especial hacen que al menos una pequeñísima parte de los animales abandonados en Centroamérica tenga una oportunidad. Es un centro de rescate que trabaja con una cantidad de perros y gatos limitada, para ser capaces de darles todo lo que necesitan. Alimentación, vacunas, medicamentos, espacios donde correr, paseos diarios, entreno, amor. Nunca vi nada tan bien organizado. Se aseguran de que cada perro esté en perfectas condiciones y bien educado antes de ponerlo en adopción, y una vez adoptado el seguimiento es continuo. Buscan constantemente casas de acogida y mandan a los perros a distintos lugares del globo, principalmente a San Francisco, donde hay gran número de adoptantes. Si alguien se siente generoso y quiere apoyar la causa, aceptan donaciones de cualquier importe, a través de la página web, y os aseguro que hacen milagros con ellas.
He aprendido un montón con ellos, animales y humanos, de su pasión y dedicación y la despedida fue agridulce. Si pudiera vivir de ello, haría eso cada día de mi vida. De momento me quedo con ideas y ESPERANZA. Not bad.
Y aparte de currar e ir al refugio entre semana mientras disfrutábamos de Antigua de a poquito, Pimenta y yo seguimos fieles a nuestras escapadas finderas. La primera fue a uno de los lugares donde desde el sofá de Barna pensábamos alquilar una casa al menos durante un mes: el lago Atitlán. Leímos y escuchamos maravillas de la magia del lago y los pueblos que los rodean y dicen que es el lago más bonito del mundo. Y bueno… aunque lo pasamos genial, no compartimos opinión. Es especial sin duda, paisajes naturales de un lago enorme lleno de paz rodeado de montes y volcanes (que no pudimos apreciar por la niebla densa), y pequeños pueblos relajados unos y vivos otros que se conocen prácticamente mediante paseos cortos en barco.
Aun así, la pobreza está bien marcada más allá de las orillas tremendamente turísticas. Rodeando el lago es como estar en un micro país lleno de canadienses y estadounidenses adinerados que parecen vivir en su particular concepto de Guatemala. Tan solo un poco más arriba, niños pidiendo, animales raquíticos y suciedad no hicieron que sea uno de nuestros lugares favoritos. Hay más de 12 pueblos con distinta energía, de los que pudimos visitar cuatro. Panajachel, uno de los más accesibles y cómodos para vivir, Santa Cruz, pequeño y menos turístico, San Marcos, lugar de hippies, bohemios y encuentros de almas locas drogadas bajo la luna, y San Pedro, el guiri fiestero de preferencia. Nosotros nos dedicamos a pasear, disfrutar de la naturaleza, sobre todo del agua, a la que le teníamos unas ganas tremendas.
Lo mejor es que hay distintos muelles y plataformas de distintas alturas, además de bares de dos pisos desde donde saltar al agua, así que probando probando, ¡rompimos nuestro récord! Nueve metros de salto que nos costó más tiempo del que vamos a admitir…
Después de volver a la tranquilidad de Antigua otra semanita, el destino para nuestra siguiente escapada no estuvo tan claro. Ya habíamos visto los principales lugares que nos atraían en Guatemala y esta vez teníamos la «responsabilidad» de elegir bien porque iba a ser nuestro último lugar en el país. Yo solo tenía un requisito, que ya es casi una constante, agua. Y desde Antigua el poco trocito de Caribe que hay queda lejos, así que decidimos aventurarnos una vez más en algunos chicken buses durante tres horas hasta llegar a Monterrico, pueblo costero en el sur. Fue nuestra primera vez en el Pacífico, y fue una experiencia única. ¡Qué locura de océano! Arena negra, olas turbias enormes y constantes. No se puede nadar allí, solo meterse tímidamente en la orilla y agarrarte de la misma arena, conocidos o desconocidos para evitar que te arrastre la fuerte corriente. Super divertido ver a todo el mundo gritando, agarrándose de donde pueden y recibiendo cada ola con ganas. Agua caliente y exterior más caliente. No sabíamos donde meternos, así que agradecimos estar en un hostel en la playa con piscina (los precios más baratos que hemos visto en todo el país).
¿Y el pueblo qué tal? Horrible. Sucio, muerto, feo. Pero volveríamos a ir solo para estar en esos kilómetros de playa tan especiales y dormirnos con ese mar loco rugiendo cada noche.
DULCE
Jocote de marañón: ¡Ya sabemos de dónde salen los anacardos! De esta fruta preciosa pero de sabor horrible y astringente a no poder más, pero muy rica en zumitos.
Con la luz apagada: Nadie nos quita algunos placeres primermundistas y con la reciente y esperada vuelta de Game of Thrones nos hemos hinchado a bajar cosas, entre las que destacamos la película de animación Arrugas. Y estamos enganchadísimos también con Shameless versión USA.
PICANTE
Pintas: Últimamente me tiran limosna en la calle cuando me ven pasar. Aparte de desintégrarseme el bikini de lo salada que está el agua por estos lares y tener que improvisar con ese tan «bonito y tropical» que veis en las fotos de arriba de segunda mano, se me quedó el pantalón enganchado en un clavo del muelle mientras reptaba para salir del barco…
Paisajes únicos: Tan pronto sales de casa y te ves maravillada por la estampa del Volcán de Agua, como te tropiezas con un objeto nunca antes visto. Y te das cuenta de que formaba parte de un ser vivo. Y te quieres morir.
Y ahora estamos Perdidos en Honduras, haciendo competencia a Supervivientes y en un par de días os contaremos para qué vinimos aquí, qué maravilla de playas y qué mala suerte tengo. Buscadme en Facebook por Selenita Gafe a partir de ahora…