Indonesia

Arrancamos en Indonesia con Sumatra

Duración: 18 días | Presupuesto (2 comensales): 33€/día

Medan

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A dos horitas de vuelo desde Bangkok nos esperaba Medan, capital de Sumatra, Indonesia. Apenas bajar del avión ya notamos un cambio total. No hay un solo occidental en todo el aeropuerto y la gente nos sigue fijamente con la mirada. Unas niñas que hacían un espectáculo de danza nos vienen tímidamente a pedir una foto.

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¿A quién le queda mejor la falda?

Cogemos un bus para llegar al centro de la ciudad y vamos notando ya las diferencias. Es una ciudad caótica, muy difícil de transitar. No hay aceras o están hechas pedazos, y no encontramos nada para hacer aparte de comer. Y qué comida. Todo es picante del carajo y vemos como cambian las costumbres. En el primer comedor que vamos, nos traen sin mediar palabra un vaso de agua caliente y un bol con agua. Nos quedamos un rato mirándolo sin saber muy bien qué hacer, hasta que con un poco de ayuda de señas entendemos que el agua caliente es para beber con la comida y el bol para lavarse las manos.

Sin gustarnos nada Medan, nos encanta todo lo raros que nos sentimos allí. Pronto descubrimos que todo era mucho más barato que en Bangkok, y aprendimos a caminar con sus miradas fijas y serias clavadas en la nuca. No llegamos a ver un solo turista. Solo locales, muchísimos velos y una mezquita en cada calle. También lavabos desconocidos sin papel higiénico y sin asiento, y a veces hasta sin letrina…

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No, no sabemos qué pasa cuando la urgencia es otra


Pronto quisimos poner rumbo a Bukit Lawang, a intentar conocer orangutanes, uno de los principales motivos por el que vinimos a Sumatra. Pero llegar hasta ahí no fue lo que nos imaginábamos. En Medan quisimos pillar el bus público para llegar hasta Bukit Lawang. Quisimos, solo. La mala pata empezó cuando intentamos coger el primer bus para ir hasta la terminal. Unos policías nos dijeron que mejor un tuk tuk, que buses no había. Un poco reacios aceptamos porque no vimos otra posibilidad y porque el del tuktuk solo nos pedía 5000 IDR (30 céntimos), pero el tipo nos dejó a dos calles en una avenida señalándonos unos tipos y un minibus y al querer darle las 5000 IDR nos pidió 50000 IDR. Un poco moscas fuimos hasta el minibus y allí los mafiosos nos pidieron 200000 IDR por llevarnos a Bukit Lawang, nos pareció muy caro para los precios de allí pero acabábamos de llegar y no veíamos muchas opciones. Después de pagarles nos metieron en el minibus parado a los dos solos durante bastante rato hasta que pasó otro bus y nos hicieron cambiarnos a los gritos y empujones. Encima, al subir al otro bus, el conductor nos pidió el dinero otra vez. Hola, mafia. Flipando dijimos que no una y otra vez hasta que vimos que la mafia le daba al conductor una milésima parte de lo que nosotros pagamos y así arrancamos el viaje. Ahí entendimos la situación, que luego aprendimos que es usual allí. Moraleja: nunca te fíes de los tuk tuks, no te subas a un bus si va vacío y sobre todo, no pagues por adelantado.

¿Lo sabías?

País: República de Indonesia 🇮🇩, formada por más de 17500 islas

Idioma: Indonesio, comprende más de 700 lenguas

Moneda: Rupia Indonesia (IDR) ➡ [1 euro = 16500 IDR aprox.]

Religión: Mayoritariamente musulmana, cerca del 9% cristiana, 5% otras

Bukit Lawang

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Cinco horas insufribles de camino con pitidos cada treinta segundos, porque así se conduce en Sumatra, y llegamos a Bukit Lawang. Es un pueblo muy pequeñito con un par de filas de cabañas y alojamientos a lo largo del río, bien rodeadito de selva y con comida bien rica y menos picante. Fue allí donde comimos nuestro primer Gado-Gado, un plato típico de verduritas con salsa de cacahuetes para chuparse los dedos.

Y directos nos fuimos al hotelucho que teníamos reservado por 5 euritos la noche, donde nos recibieron muy simpáticos hasta que les dijimos que ya teníamos reservado el trekking a la selva para ver orangutanes con otra gente.  Y madre mía, qué espectáculo de reacción. Se cogió el chico fuerte la cabeza y dijo que eso era un problema enorme, que ellos solo hacen dinero con los trekkings. Para no ocasionarle problemas le dijimos que nos podíamos ir a otro lugar, y entonces hizo toda la pantomima de llamar al jefe para pedir permiso y yo qué sé. Total, que nos quedamos, pero para convivir dos días con su cara de culo, sus malas formas y sus semiamenazas de que nuestras cosas no estaban seguras allí (sus amigos podrían robarnos), bah. Pero bueno, nos mantuvimos bien entretenidos y felices lejos de ese personaje. Dimos un paseíto con Fernanda y Mariano, a quienes conocimos en el bus, hasta unas cuevas con muchos murciélagos y arañotas.

Y al día siguiente venía lo bueno bueno, ¡el trekking en la selva en busca de peludos! Nos despertamos bien tempranito para ir con el guía y dos chicos más al Parque Nacional Gunung Leuser. Fue una caminata mortal pa’rriba y pa’bajo desde las 8.30 hasta las 15.00 con lluvia, con resbalones, reptando cogidos a cualquier raíz que apareciera, pero disfrutamos de algunos animalillos y plantitas por el camino, y aprendimos cómo se extrae el caucho.

¡Y por fin tocó el premio gordo! Conocimos a Jackie, una orangutana que fue criada con los rangers de la zona en la época en que el centro de rescate de orangutanes estaba abierto en la zona y los alimentaban en plataformas al lado del río.

Por suerte esta práctica terminó hace un tiempo, pero ahora hay algunos orangutanes como ella que están acostumbrados al humano y se acercan en busca de comida. Aunque hubiera preferido ver uno 100% salvaje, el momento fue mágico. Estaba en el suelo, y al pasar por su lado me cogió del brazo y no me soltaba. Sentí algo muy especial con esa grandotota tan humana tan cerca, y quizás una pizca de miedo también…

Lástima que Pimenta estaba abrazado a un árbol intentando vomitar y no vio de la misa la mitad. Y así como le dio a él me dio a mi al llegar al campamento en el río donde íbamos a pasar la noche. Aguantamos bien la noche con los chicos y el guía hablandoy jugando a juegos absurdos con un poco de jungleweed. Pero vaya nochecita de camino a la letrina ininterrumpidamente que pasamos… Y en uno de esos viajes fue cuando creímos que íbamos a perecer, y no por la diarrea. Escuchamos POMPOMPOM en el suelo, al intentar mirar vimos lo que nos pareció un cocodrilo. Empezamos a gritar en busca de ayuda pero con el ruido del río nadie nos oyó. Así que ahí estuvimos un rato los dos metidos en esa letrina del demonio detrás de unas pajas deseando que no nos coma el cocodrilo hasta que reunimos la valentía para salir corriendo. Y al llegar al campamento con el corazón en la boca descubrimos que no era un cocodrilo sino un lagarto monitor enorme típico de Indonesia, similar al de Komodo, inofensivo según el guía.

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Descripción gráfica de nuestra muerte estomacal

Al día siguiente sin muchas fuerzas y todavía con nuestros estómagos de festival, fuimos a unas cascaditas cerca del campamento y al volver, ¡vimos un orangután bebé subiendo un árbol! Estuvimos muy contentos por ver uno realmente libre sin interactuar con humanos.

Con ese broche final nos despedimos de esa gran experiencia, subiéndonos a unos gomones para llegar hasta el pueblo por el río. Íbamos cuales marqueses descompuestos, calados por el agua y soñando con un colchón seco.

Ya en Bukit Lawang volvimos a sentir el doble filo del lugar. Necesitamos un lugar donde dormir y no fue fácil encontrarlo a la primera. Nos rechazaron abiertamente por haber ido ya al trekking, al ver que no tenían posibilidad de hacer más negocio con nosotros. Nos da mucha pena ver que un lugar tan maravilloso, puerta de acceso a uno de los pocos lugares donde se pueden ver orangutanes en su habitat, crea este ambiente tan raro donde la gente es muy simpática pero algunos solo cuando pueden sacar buen provecho de ello. Dicho esto, recomendamos la experiencia totalmente, eso sí, contratando el mismo servicio de alojamiento y guía a la vez para evitar problemas.

En el próximo post volvemos con la segunda parte de Sumatra donde subimos nuestro primer volcán asiático y aprendemos a jugar al telefunken.

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¡Besitos abasurados de cabra bípeda!

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