México

Decepción en Playa del Carmen, alegría en Cozumel

Tulúm, México

«Mañana voy a Playa del Carmen, hace 20 años era el lugar más hippie de la Riviera, no sé cómo será ahora…» Pues bien, amable señora alemana residente en Denver aficionada a la lectura erótica, Playa del Carmen no es lo que era en ese entonces, se lo garantizamos. A poco más de una hora hacia el sur de Cancún se encuentra Playa, y en una de sus calles, no muy lejos de la 5ta Avenida, entre la 15 y la 20 (sí, en toda la zona las calles o bien son numeradas o se llaman Benito Juárez) se halla el Hostel Che Playa. Dado los altísimos precios de Playa, escogimos esta opción por dos noches, a 30 euros cada una en habitación compartida con 8 personas más. Craso error.

1. No es un hostel, es una discoteca con música permanente tanto en recepción y en el lounge, como en el bar y en las habitaciones de 8 a.m. a 4 a.m. Imposible descansar, imposible trabajar, casi imposible leer sin escuchar el chumba chumba ensordecedor.

2. La limpieza de la habitación era inexistente y el olor putrefacto.

Y 3. Hiper caro. Pagar 60 euros por tal falta de servicios duele. Os dejo la review de Pimenta en Hostelworld para que os hagáis una idea:

It was the best nightclub in Playa del Carmen! Great atmosphere, wonderful people. Oh wait. You wanted a hostel to sleep? Silly you. You can’t! Music will be playing loud until 3 or 4 in the morning. Aside from that, and the almost non existing internet, it’s a good place to party!

Pasadas las dos noches fuimos corriendo a un Airbnb con Erika, una chica danesa extremadamente organizada pero muy simpática y dispuesta. La habitación estaba un poco alejada del centro pero tenía acceso a otra playa no muy lejana y estaba en un barrio tranquilo. Tranquilo pero muy pobre. Fuera de las 6 casas de extranjeros, todo lo que le rodeaba era un tanto triste y viejo. Multitud de perros callejeros llenos de garrapatas, casas muy básicas donde viven familias de 8 personas, y un poco de inseguridad en el ambiente.

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Algunos graffittis son universales…

Y a tan solo unas cuadras, de vuelta en la 5ta avenida, todo caro y turístico a no poder más. No muy hippie ni bohemio, solo classy y pretencioso. Turistas básicamente argentinos y americanos plagan la principal avenida por la que es incapaz transitar sin pararse cada 5 minutos para esquivar a alguien y cada medio minuto para declinar ofertas de tours y alquileres de vehículos a precios desorbitados.

Con ganas de descubrir la parte bella de Playa, el viernes cogimos dos bicis prestadas de Erika y nos fuimos a pedalear media ciudad para hacer una de las cosas que venimos esperando todo el viaje. ¡Descubrir un cenote! Esos pozos de agua dulce tan valiosos para los mayas que pueden conducir a ríos secretos y son un espectáculo para ver y bucear en ellos. Después de casi una hora de pedaleo bajo los rayitos del sol llegamos a Chaak Tun, donde nos pidieron 30 dolares a cada uno para poder entrar. Teniendo en cuenta que pensábamos que la entrada era de unos 5 euros, con cara de derrota nos salimos por donde entramos. En México al parecer hay sobre 2000 cenotes descubiertos y a precios más asequibles, así que ya encontraremos otra oportunidad muy pronto.

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Después de un gran día en bicis y en la playita, tras el intento frustrado de cenote, nos fuimos a pasar el finde a Cozumel, razón por la que fuimos a Playa en primer lugar. Cozumel es una isla bien grande, en comparación con el resto de la zona, que cuenta con una de las 5 barreras de arrecife más grandes del mundo y una rica biodiversidad marina. Hace tiempo decidimos hacer el curso de submarinismo de PADI durante este viaje, para descubrir el fascinante mundo que hay ahí debajo, pero en Cozumel es posible ver arrecifes bajos sin coste con snorkel, así que lo dejamos para otra.

40 minutos tardó el ferry a la isla, donde nos hospedamos en la Posada Edem, bien básica pero central. Alquilamos una motito y unos snorkels y comenzó el paseo.

¡Primer viaje de Pimenta en moto! ¡Qué miedo ;)!

Descubrimos que es una isla bastante tranquila y bonita (nos habían dicho en Playa que solo era para hacer shopping y turismo de cruceros). No es tan cara, el ambiente es muy relajado y más de la mitad de la isla son zonas verdes protegidas. Fuera del centro todo huele a dulce, a flores, a césped recién cortado… También descubrimos que apenas hay playas. Siempre damos por hecho de que por ser isla tiene que estar rodeada de playa, pero no. La arena es bien poquita y en lugares específicos. Pero vale tanto la pena ese mar… Paramos la motito en un lugar desierto sin gente y nos metimos en el agua. ¡Qué pasada! Todavía no tengo cámara para debajo del agua pero…

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¡Al agua pato!

Hay de TODO ahí abajo. Peces trompeta, barracudas, corales, Dories, anguilas…

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Anguila bonita

Y una ¡¡mantaraya!! Qué sensación más rara. Es un bicho tan grande que apreté el culito y me quedé parada. Es como ver un pájaro enorme planeando elegantemente dentro del agua. Ahora tengo la necesidad de meterme en cada playa que vea y mirar todo lo que pasa bajo el agua. No me quiero perder nada.

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El guardían del muelle

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Con muy buen sabor de boca nos fuimos de Cozumel, pensando ambos que podríamos quedarnos un tiempo más quizás, aunque ya teníamos reservado un hostel en Tulúm, donde llevamos más de una semana tan a gustito…


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La riqueza de la simplicidad: esta es una libre interpretación de una ensalada César que esperábamos con ansia y hambre…

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Lechuga César

Estrenamos hamacas: ¡Por fin ♥!

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Cada experiencia es única y personal: hay que probar. No podemos dejarnos influir por las críticas en internet o por la opinión de 3 turistas o 4 locales. Según la gente que hemos ido conociendo en el camino Playa es lo más y Cozumel bastante prescindible. Pues para nosotros fue al revés, Playa no cumplió con las expectativas que teníamos según las opiniones de los demás y Cozumel las superó.

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Cocina: de hostel en hostel y tiro porque me toca. Ya tenemos un poco de ganas de tener un pedacito de privacidad con una cocinita y dejar de inventar comidas de la nada o comer fuera.

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Improvisando en la ducha

Bicis contrapedal: ¡qué peligro! La mayor parte de las bicis aquí no tienen frenos normales. Para frenar hay que dejar de pedalear. Casi nos matamos 8 veces antes de poder pedalear con normalidad.

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Naturaleza comprada: cada río, cada cenote, cada playa… Todo es privado, todo está comprado o «concedido». Es difícil no sentirse en un parque de atracciones a veces.


El pequeño Tulúm está a tan solo una horita de Playa hacia el sur, con su vivo pero tranquilo pueblo, sus preciosas playas y mágicas ruinas. Y aquí seguiremos un poquito más, así que en muy breves en el próximo post os cuento más sobre la magia de este pueblecito, quién es Queca :), cómo fue nuestra noche más terrorífica hasta la fecha y la mala pinta que tienen los hospitales aquí después de estar casi un día entero ahí metidos (estamos perfectamente, sólo fue un susto).

P.D. Larguita mia, aquí tienes un poco de entretenimiento. Espero que te recuperes prontito y no te quede ni una marquita en esa cara tan requetebonita que tienes. Por favor, deja de impactarte contra cada objeto que ves. Hace pupa ♥.

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